El Secreto Mejor Guardado de Tokio
Ubicado entre los imponentes rascacielos de Shibuya, letreros de neón y viajeros bulliciosos, se encuentra Nonbei Yokocho. Lo hubiera pasado de largo si mi amigo, que creció en Tokio, no me hubiera mostrado el camino. Después de girar hacia esa humilde calle, me di cuenta de que no estábamos tomando un atajo, sino que estábamos entrando en un Tokio de hace más de 50 años.
Las linternas de papel iluminaban el camino hacia las tiendas de yakitori y los pequeños bares. Terminamos tomando vasos de Asahi en el sitio favorito de mi amigo, dejando el pequeño bar casi al completo. El garzon no hablaba ni una palabra de inglés, pero mi amigo tradujo lo que consideraba que era importante compartir –que había visto actuar a Jimi Hendrix y que quería visitar Suecia.
La noche se convirtió en mañana sin que siquiera hubiéramos mirado la hora. Después de decir arigatō y sayōnara al garzon, regresamos a las brillantes luces y al ritmo acelerado de la ciudad del siglo XXI.
En mi última noche en Tokio volví a Nonbei Yokocho. Se me había olvidado tomar fotos la primera vez que estuve allí y no quería irme sin hacerlo.
Pasé un tiempo paseando por la calle, entre adolescentes, empresarios y empleados de restaurantes que hacían una pausa para fumar un cigarrillo. Todos éramos de distintas culturas y orígenes, pero nos sonreíamos y saludábamos con la cabeza al cruzarnos. Ellos sabían que yo conocía el secreto. Se alegraban de tenerme ahí. Y todos esperábamos mi regreso.