¿Cómo viajar de manera más responsable?
Como la tercera ley del movimiento de Sir Isaac Newton afirma: «Para cada acción, hay una reacción igual y opuesta». En esta revolucionaria oración, el padre de la física no solo sentó las bases de la ciencia moderna, sino que también dio a los viajeros, involuntariamente, la mejor herramienta para viajar de manera responsable y medir los impactos de sus viajes.
Al viajar, se participa en un intercambio de culturas, idiomas y valores. Esas son acciones. Al mismo tiempo, se consumen recursos para hacer que el viaje sea posible: habitaciones de hotel, comida, bebida, ropa, etc. Esas también son acciones. Entonces, si todo lo anterior son acciones, ¿cuáles son las reacciones? Este es el punto que me gustaría discutir hoy: como viajeros y ciudadanos del mundo, ¿cómo podemos asegurarnos de que las acciones durante nuestros viajes causen reacciones sostenibles para las comunidades y los entornos que visitamos?
Empecemos con el medioambiente
Todos hemos oído la frase «compra productos locales», pero, como viajeros, ¿cómo afecta lo que compramos durante el viaje al medioambiente local?
Un ejemplo: Costa Rica tiene unos paisajes que se encuentran entre los más hermosos del mundo. Selvas tropicales, playas de arena, bosques húmedos y volcanes majestuosos… Los tesoros nacionales de Costa Rica no solo son valiosos desde el punto de vista ecológico, también son el principal atractivo turístico del país. Además de los escandalosos monos aulladores y los loros guacamayos, también hay negocios que dependen de la salud y de los atractivos del medioambiente local. Los viajeros en Costa Rica pueden decidir a dónde va su dinero, así que ¿por qué no elegir negocios comprometidos con la protección del medioambiente del país que se está visitando?
Aunque suponga un poco más de esfuerzo para ti, puedes informarte y elegir actividades de aventura de bajo impacto, como el barranquismo y el senderismo, en lugar de alquilar un quad; ir a restaurantes que compren productos de agricultores locales en lugar de comer alimentos envasados importados; y comprar souvenirs que garanticen un salario justo para los empleados locales. Así te asegurarás de que tus dólares de turista se quedan en la comunidad y ayudarás a conservar el medioambiente local.
Conoce el valor del dinero
Cuando se viaja a un lugar que tiene una moneda diferente o distintos precios, es importantísimo comprender el valor del dinero. Parece obvio, ¿verdad? Pero, como turistas, a veces nos resulta difícil saber cuánto cuestan las cosas en realidad en una nueva moneda o una nueva ciudad. Sin embargo, al desconocerlo y al pagar más por las cosas de lo que pagarían los lugareños, podemos causar un efecto negativo en la sostenibilidad de la comunidad local.
Así es cómo funciona: digamos que un trayecto en taxi desde tu hotel hasta la zona de restaurantes más de moda de la ciudad cuesta unos cinco dólares para los residentes, pero los taxistas saben que pueden cobrar diez dólares a los turistas. El resultado es que los taxistas preferirán atender a los turistas antes que a los locales, y también subirán el precio de los viajes para los lugareños. Este patrón va más allá de los trayectos en taxi, también influye en los mercados de alimentos, restaurantes, y en la vivienda, aumentando el costo de vida de los lugareños sin que realmente suban sus salarios. Si se mantiene durante mucho tiempo, este desequilibrio puede amenazar el modo de vida de los habitantes.
Por lo tanto, aunque pueda hacerte sentir bien pagar de más al taxista por ser un «tío tan majo» y haberte puesto tu canción favorita de Nikki Minaj en la radio, es importante que tengas en cuenta que tus «acciones» pueden causar «reacciones» negativas para los lugareños que viven y trabajan en la ciudad en la que tú estás de visita.
Conclusión para viajar de manera más responsable
Aquellos de nosotros que tenemos la posibilidad y el privilegio de viajar, estamos en una posición única para asegurar que las compras que hacemos apoyen el medioambiente, la economía y las comunidades locales que visitamos. Si nos comportamos como ciudadanos globales y tenemos en cuenta la tercera ley del movimiento de Newton, podemos garantizar la conservación de esos lugares especiales para que sus habitantes, futuras generaciones y nosotros mismos podamos seguir disfrutándolos.