3 Razones por las que he aprendido francés
_«¡Estos franceses! Tienen una palabra distinta para todo».
_―Steve Martin
¡Ah, le Français! Es un idioma que la gente asocia con el amor, las crepes, las boinas y un cierto je ne sais quoi. Como soy en parte francófona –mi padre es de la zona suiza de habla francesa–, pensé que podría aprender francés en poco tiempo y con poco o ningún esfuerzo. Resulta que no fue tan fácil después de todo y hubo algunos obstáculos (curiosos) en el camino. Me voy a explicar…
1. FAMILIA
Cuando empecé a ir a Suiza a visitar a mi familia, no sabía que existía Suiza (tenía seis años, ¡dame un respiro!) y mucho menos una palabra del francés. Al final lo aprendí sumergiéndome yo misma en el idioma; pasar veranos en la tierra del chocolate y de las montañas cubiertas de nieve resultó ser una gran forma de aprender.
2. PARA EVITAR ERRORES DE COMUNICACIÓN
Mis abuelos no hablaban inglés y, por lo tanto, cada vez que no sabía una palabra en francés la decía en español. La mayor parte del tiempo, entendían más o menos lo que yo estaba tratando de decir, especialmente por el contexto, pero no siempre…
Un ejemplo: yo acababa de llegar de un viaje a Perú, donde accidentalmente (con énfasis en accidental) probé (comí) conejillo de indias. Así que, por supuesto, tenía que contar esto a mis abuelos suizos. En el español de América, al conejillo de indias se le llama «cuy». Como yo no sabía la palabra en francés para conejillo de indias (es cochon d’inde, por si te lo estás preguntando), dije a mis abuelos: «En el Perú, j’ai mangé du cuy». ¿Cuál fue el problema? Pues bien, «cuy» suena exactamente como «couilles», que en francés es la forma informal de, bueno, una parte de la anatomía masculina que no voy a nombrar aquí. Así que, por supuesto, ¡lo que mis abuelos entendieron fue bastante distinto de lo que yo pretendía! Te puedes imaginar la humillación y las carcajadas que se produjeron (por su parte).
3. HUMORISTAS FRANCESES
¡Me encanta el humor francés! Y puede que muchos no lo sepan, pero es gracioso. Echa un vistazo a Gad Elmaleh, por ejemplo. Si quieres reír hasta el punto de que sea probable que te tengan que hacer una apendicectomía, tienes que entender el idioma, porque una gran parte del humor se pierde en la traducción. Además, muchas personas dicen que una vez que hayas entendido un chiste en otro idioma ¡lo conquistaste!